miércoles, 11 de agosto de 2010

GLYMUR, LA MÁS ALTA CASCADA DE ISLANDIA







  
Entre la infinidad de las espectaculares cascadas islandesas, la de Glymur es destacable por dos razones: por ser la que tiene mayor desnivel (196 metros de caída libre) y por encontrarse cerca de Reykjavík y, por tanto, al alcance de cualquiera … casi.
Para llegar allí hay que tomar la carretera N1, la Hringvegur, en sentido norte, hacia Akranes. Al llegar a las proximidades del Hvalfjördur, se abandona la N1 justamente antes del túnel de peaje que va a pasar bajo el fiordo.
Habiendo tomado la carretera 47, se continúa fiordo adelante hasta llegar a su cabecera. Por allí desemboca el pequeño río Botnsá. (En nuestra visita no vimos más indicación que un cartelito azul con su nombre). Desde Reykjavík hasta este lugar hay unos cincuenta kilómetros.
Una pista de montaña penetra río Botnsá arriba hacia un lugar destinado a aparcamiento e información. De aquí nace el sendero que lleva a la catarata.
El camino a recorrer a pie es corto, quizá unos seis kilómetros entre la ida y la vuelta, aunque la segunda mitad del recorrido plantea alguna dificultad. No es apto para niños menores de siete años (más o menos) ni para personas no habituadas al senderismo de montaña. Discurre inicialmente por terreno casi plano, entre matorral. Llegado a la proximidad del cauce, el sendero penetra en una caverna, bajo la lava, aflora a un nivel inferior y prosigue hasta acercarse a la orilla del agua. Hay que utilizar entonces un tronco con un cable tensado en paralelo, en el que el excursionista se apoya para vadear la corriente con toda facilidad.
Y enseguida empieza lo más duro de la marcha. La senda se empina ahora fuertemente y hay algún tramo donde el barrillo dificulta la ascensión. A veces es preciso agarrarse al matorral para avanzar. En ocasiones es obligado vadear algún hilo de agua donde no es necesaria más precaución que la de evitar a toda costa un resbalón, porque el cauce es un auténtico despeñadero. La senda gana altura con mucha rapidez y el espectáculo que va apareciendo a la vista del caminante es de los que se recuerdan siempre. Los últimos tramos discurren al filo del cada vez más profundo cañón. Y, por fin, el visitante se asoma a la cabeza del salto y allí se ve sobrecogido ... o hasta puede que asustado. Cuando las corrientes de aire revuelven la atmósfera, la abundancia de aves alborota el lugar volando entre las nubes de agua pulverizada que destacan sobre el musgo intensamente verde del fondo. Todo sugiere un paisaje más bien tropical que islandés.
En fin: una pequeña excursión que requiere poco esfuerzo y proporciona un gran premio.
(Y mucho ojo con soltar a los niños de la mano ni un solo instante).

2 comentarios:

  1. Tu información me va de perlas!!! Gracias. Una pregunta: cuando dices que se tiene que vadear algún hilo de agua y que vigilemos en no resbalar porque es un despeñadero, dices despeñadero porque es fácil caer o porque si caes te vas montaña abajo? Vaya, me preocupa el tema de que los niños se puedan caer..... Ya he visto que no lo recomiendas para menores de 7 años. Tienes alguna foto de los momentos más "peligrosos"

    ResponderEliminar
  2. Perdona que haya tardado en contestarte, Ricard. Ocurre que entro en el blog muy de vez en cuando y no había visto tu comentario hasta hoy.
    La subida hasta lo alto de la cascada tiene tramos bastante pendientes, alguno embarrado al comienzo y otros dos algo delicados porque hay que atravesar tramos de peña mojada y pendiente y, por tanto, resbaladiza. Te puedes ir peña abajo, en efecto.
    Pero lo peor, pensando en los niños, es que aunque el sendero no va al borde del abismo, tampoco va muy lejos de él. Eso obliga a llevar a los niños pequeños bien cogidos de la mano porque, en un despiste, podrían echar a correr atraídos por el vuelo de los pájaros o por cualquier otra razón y ...
    Conclusión: los niños pequeños bien agarraditos de la mano y los no tan pequeños bien aleccionados para que no se asomen al borde del vacío porque el suelo es irregular y la vegetación está muy húmeda y resbaladiza. Eso ya se aprecia bien en estas fotos.
    No es una excursión de riesgo pero hay que tomar esas precauciones.
    Hace tres años ya que no he vuelto por allí pero supongo que todo sigue igual.
    Seguro que lo pasaréis muy bien.
    Suerte,
    Julio.

    ResponderEliminar